Muchos padres de familia suelen acercarse y cuestionar del cómo hacer para que sus hijos(as) les hagan caso o qué estrategias pueden ayudar a mantener un sistema de disciplina en casa. La realidad es que desde la corriente de “la disciplina positiva” existen muchas herramientas que pueden dar respuesta a éstas inquietudes, pero nada como la estrategia básica –y algo mágica- de cualquier estilo de vinculación: la conexión.


 Podemos tener un manual o dominar las mejores técnicas psicológicas, pero si en la implementación de todas las herramientas no logramos conectar nuestro ser con el de nuestros hijos(as), todo será en balde, puesto que para lograr cualquier cambio en el individuo, es necesario adentrarse a lo más íntimo de cualquier ser humano: su SER. Esto sólo se logra aprendiendo a escuchar el latir del corazón, poniéndose en el lugar del otro, empatizando y manifestando una aceptación incondicional que abraza y recibe al otro.

 

Sin embargo, para lograr todo lo anterior con nuestros hijos(as), es necesario primero conectar con nuestro SER, pero como personas que sienten, piensan y se expresan como esposos-esposas, padres-madres, hijos(as), profesionistas, entre otros. Si no podemos escuchar qué dicen nuestras emociones de nuestra historia personal, no podremos hacerlo con la de nuestros hijos(as); si no somos amables con nosotros, tampoco lo seremos con nuestros niños-jóvenes; si no sabemos reconocer nuestro valor como persona, tampoco podremos validar y valorar el esfuerzo de los otros.

 

A continuación, te compartimos algunas recomendaciones que te pueden ser útiles al momento de establecer alguna estrategia de disciplina en casa:

 

Respira, conecta y reflexiona.

-  Antes de abordar una falta, toma un respiro y conecta con aquello que pueda provocar tu enojo; analiza qué es lo que detona tu posible explosión y sondea si realmente es el incumplimiento de una norma o una herida tuya del pasado.

 

- Recuerda que tu hijo(a) está en evolución;  es aprendiz de la vida. Detrás de sus faltas hay una necesidad emocional-afectiva. Explora qué te quiere decir tu hijo(a) con su comportamiento.

 

Indaga y escucha.

- Hazte la pregunta: “Este comportamiento-falta de mi hijo(a), ¿qué dice de mí? ¿Me conecta con algo? ¿Expresa algo de mi historia personal? ¿Por qué me estoy enojando?”

 

- Indaga manifestando interés y preocupación por el incumplimiento de la norma o acuerdo pero desde el vínculo: “Tú y yo teníamos un trato, me gustaría saber ¿Qué pasó?”.  Escucha las razones que tu hijo(a) pueda dar. Presta atención con escucha asertiva, quizás detrás de la falta, hay una petición afectiva.

 

Empatiza y valida.

Sé amable contigo. Si la falta de tu hijo(a) te conecta con experiencias previas tuyas, “date un abrazo” y comprende que hasta el momento, haz hecho lo mejor posible con tu historia.

 

- Ponte en el lugar de tu hijo(a) y date cuenta que como sujeto en crecimiento, está haciendo su mejor esfuerzo con los mejores recursos que tiene a la mano. Hazle saber que valoras y validas y dile: “Entiendo que te sientas enojado(a)”, “Comprendo que no estés de acuerdo…”

 

Promueve la responsabilidad.

-  Si al conectar contigo descubres algo de ti, responde las preguntas: “Con ésta conciencia que ahora tengo de mí, ¿A qué me siento invitado(a)? ¿Quiero seguir repitiendo un patrón? ¿Será ésta la única forma de abordar la situación? ¿Cómo sano esto?”

 

-  Una vez consciente de la falta, ayuda a tu hijo(a) a hallar una solución. Es importante que aprenda a hacerse responsable de sus emociones,  decisiones y acciones.  Enseñarlo a enmendar o reparar un daño, le dará herramientas para afrontar con responsabilidad la vida.

 

Bien dicen que nadie nace sabiendo ser padres, ésta es una tarea de desarrollo que nos pone de frente con nuestra historia personal y con asuntos no resueltos que generalmente cargamos,  pero que también,  nos da la posibilidad de aplicar nuestros aprendizajes de vida en aras de favorecer el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos(as).  Por eso, es importante que en ésta tarea de desarrollo,  conectemos con nuestro SER para así conectar con nuestros hijos(as) y juntos, crecer, aprender y evolucionar hacia la mejor versión de nosotros mismos.

 

 

Psic. Claudia Ponce Góngora MPE

Coordinación Psicopedagógica.